Elegir una voz

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Ha llegado el momento de haceros algunas confidencias. Por ejemplo, deciros cómo elijo la voz narrativa de mis novelas. Aprovecho para desearos feliz Navidad y agradecer que hayáis optado por alguno de mis libros como regalo de estas fiestas.

 

Llevamos más de año y medio juntos en esta travesía, en la que me estáis acompañando y a la que se han ido incorporando nuevos tripulantes. Como patrona de esta embarcación me reúno esta semana con todas para hacer balance y agradecer vuestra fidelidad a este blog.

 

Muchas gracias también a quienes no solo habéis animado a vuestros amigos a que se unieran a nuestra singladura bloguera, sino que habéis considerado que uno de mis libros era un buen regalo para las personas que queréis.

 

No suelo hablar de mí, pero sois mi tripulación y creo que os gustará conocer mejor cómo trabajo. Ha llegado el momento de afianzar nuestra confianza y haceros algunas confidencias.

 

Elegir la voz narrativa

 

Elegir la voz narrativa es una de las decisiones más trascendentes que se toman en la construcción de una novela. Decidir cómo contar una historia es tan importante como lo que se va a contar y como lo que no se va a decir, pero se va a sugerir. Hablaba de esto en la entrada dedicada al libro Nada que perder de Susana Fortes.

 

La semana pasada en el comentario sobre Los Europeos de Orlando Figes no mencioné, porque consideraba que necesitaba su propio espacio, la referencia que se hace en ese ensayo a la influencia que tuvo la fotografía sobre la narrativa. Los escritores, dice Figes, se dieron cuenta de que en sus novelas tenían que transportar al lector al marco donde se desarrollaba la acción.

 

La incipiente divulgación de la cultura de la imagen dio una nueva perspectiva a la literatura con el nacimiento de una nueva forma de expresión, cuya fortaleza empujo a los narradores a describir ambientes y emociones que la cámara transmitía con una sola imagen.

 

Mi amor por el cine

 

Para penetrar en el alma del personaje al cine le basta un plano que capte la mirada de una buena actriz, mientras que los escritores debemos expresar con palabras la tormenta interior que vive la protagonista, mientras ameniza la velada tocando el piano en medio de un grupo de personas indiferentes a su tragedia.

 

Yo siempre he sido muy mala con las cámaras y una pésima fotógrafa, para eso está mi amiga María Jesús Sánchez Barrios, que es una artista de la fotografía.

 

Sin embargo, la palabra me permite recrear ese momento, indagar en ese alma atormentada. No pretendo poner a competir cine y novela, ambas me apasionan, pero son dos formas de contar historias con lenguajes diferentes, en los que cada artista puede encontrar mejor su forma de expresión.

 

Tanto en una como en otra decidir los planos, en el caso del cine, o elegir la voz narrativa, en el caso de la novela, constituyen elementos estructurales que espectadores y lectores perciben sin reparar demasiado en ello, salvo que los autores nos equivoquemos y no acertemos con la forma de expresión, lo cual es un desastre.

 

La influencia del periodismo

 

No puedo negar la influencia que ha tenido en lo que escribo el cine o el periodismo, la profesión a la que dediqué tantos años, aunque periodismo y literatura estén más alejadas de lo que pueda parecer.

 

Sin embargo, hay noticias que inspiran historias y, como en las películas, en la narración usamos frecuentemente saltos en el tiempo que nos sirven para intercalar secuencias del pasado. Analepsis es la palabra española, que nadie utiliza, para definir esta técnica que en inglés se dice flash back.

 

En la redacción de El ingenio de los mediocres de Olélibros ahondé en un estilo, iniciado en Inventario de otoño (Akal), en el que no puedo negar la influencia de mi otra profesión.

 

En una investigación periodística los testigos de un suceso van dando su versión de lo acaecido. Nino, Carmen, Javier o Iluminado, los protagonistas de El ingenio,  narran en primera persona el vuelco que produce en sus vidas el conocimiento de los secretos que guarda cada uno de ellos.

 

En periodismo se trata de objetivar los hechos y dar al lector la versión más cercana a lo realmente ocurrido. En mis novelas pretendo llegar al corazón de los personajes y a sus sentimientos por medio de sus reacciones ante una situación, de cuya verdad quien escribe tiene su propia idea, que no necesariamente tiene que coincidir con la del personaje ni con la de la lectora o el lector que después disfrutará con la narración.

 

Una trilogía en construcción

 

Mi actividad como periodista no solo ha influido en la técnica narrativa, también en la temática de mis novelas para adultos, con la excepción de El poder de tu nombre (Arzalia), que es una narración histórica, con cuya escritura disfruté mucho. Pesó en esta novela tanto mi amor por el Antiguo Egipto como la fascinación que sentí por el Sinuhé de Mika Waltari a los catorce o quince años.

 

El ingenio de los mediocres e Inventario de otoño están unidas por el mismo hilo conductor: proyectar una mirada sobre la evolución de las personas y de la sociedad en nuestra época Unos años de los que fui testigo directo y que ya empiezo a contemplar con cierta distancia.

 

La novela que estoy escribiendo ahora constituye un nuevo capítulo de lo que puede formar con las dos anteriores, lo que yo llamo una Trilogía de la Crisis. Una depresión que se fraguó en los años previos, en la que situó la acción de Inventario, estalló en 2008 y sus efectos, reflejados en El ingenio, se prolongan hasta hoy.

 

Hace unos días confesaba a mi amigo el escritor Bernardino Rodríguez que a veces resulta muy difícil escribir sobre personajes que nos caen mal y darles una personalidad, con luces y sombras, para no convertirlos en villanos de caricatura. Y en ello estoy.

 

Algunas lectoras me han pedido que escribiese una segunda parte de El ingenio, no lo voy a hacer. Pero sí os cuento que hay personajes que, con otros nombres, otro pasado y otras apariencias conectaran con los de esta novela, igual que para El ingenio rescaté y reelaboré cabos sueltos de Inventario.

 

Emborrachaos de lectura y de buenos momentos

 

Os invito a revisitar mi web y a conocerla a quienes no lo hayáis hecho antes. En ella está toda la información sobre mí y sobre mis libros para adultos, que ya he mencionado, y para mis lectores más jóvenes. El tesoro de las mariposas, El pescador de globos y O segredo de Caaveiro. No os intimide la etiqueta de literatura infantil ni tampoco que alguno esté en gallego. Es una lengua preciosa. En estas novelas para niños hay mucho de lo que fuimos y de lo que somos. Tanto unos como otros son un buen regalo para estas fiestas.

 

Gracias de nuevo por leerme y sentiros a mi lado. Nos quedamos en puerto a pasar las fiestas a emborracharnos de lectura y de buenos momentos, sin olvidar a quienes nos han dejado, pero siguen en nuestro corazón. A estas alturas, cada cual carga con sus penas.

 

Continuamos la travesía el 10 de enero. ¡Feliz Navidad!

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