La educación como la poesía, es un arma cargada de futuro. La historia del Instituto Cardenal Cisneros, que ya cuenta 175 años, lo demuestra. Para celebrar este aniversario, el centro expone al público sus tesoros: el material didáctico con que se formó gran parte de la élite intelectual de los siglos XIX y XX, de la que forman parte las primeras mujeres que accedieron al bachillerato.
Este centro, junto con el Instituto San Isidro, también de Madrid y con los mismos años, o el Jaume Balmes, de Barcelona, son la memoria viva de la educación secundaria en España. Las profesoras de Historia del Cardenal Cisneros , Gloria González y Begoña Talavera publicaron en 2014 un interesante y rigurosos trabajo sobre el Cisneros que, como ellas mismas titularon, es una Crónica de la enseñanza secundaria en España (1845-1975).
Las memorias, los archivos y el edificio del Cardenal Cisneros, situado en el centro de Madrid en Noviciado –este fue el nombre inicial del centro–, se salvaron de las bombas durante la Guerra Civil y esto nos permite conocer los materiales utilizados en la enseñanza desde mediados del siglo XIX.
Para visitar esta exposición es necesario inscribirse en la web . El recorrido se realiza en grupos de 15 personas dos tardes en semana hasta mediados de diciembre.
Machado, Campoamor, Marías, Goyri…
A la muestra se accede por la monumental escalinata que transita y transitó el alumnado del centro. Los hermanos Machado, Clara Campoamor, Julián Marías, Rafael Alberti, Manuel Azaña, María Goyri, Victoria Kent o Fernando Fernán Gómez pasaron por estas aulas. Estos nombres son una mínima parte de la abultada lista de figuras relevantes que estudió en estas aulas.
Personas que aprendieron anatomía con un hombre clástico – prototipo anatómico de 1830, construido en París por la fábrica del doctor Auzoux–; geología, con la basta colección de minerales que encierran las vitrinas del Gabinete de Historia Natural; zoología, con las artísticas láminas pedagógicas que alberga ese mismo gabinete; geografía, con la interesantísima colección cartográfica que conserva el mapero del instituto, y realizaron sus primeros experimentos en el antiguo laboratorio que siguen utilizando las generaciones presentes.
La muestra expone también sus colecciones de libros entre los que destaca un incunable de Guillermo de Ockham y un tratado de Erasmo de Roterdam. Con este entorno no es de extrañar que los alumnos del Cardenal Cisneros consiguieran con su trabajo –que podemos contemplar en la visita– uno de los premios de la Exposición Universal de París (1889).
La importancia del profesorado
Los profesores del Cardenal Cisneros fueron y son “la columna vertebral de la enseñanza, como demuestra el hecho de que cuando los antiguos alumnos rememoran su vida escolar y la valoran, aparte de los compañeros, basan sus juicios en los profesores”, según el estudio de González y Talavera.
La calidad de la enseñanza impartida en este instituto público se refleja en la abultada nómina de alumnos que alcanzaron y alcanzan reconocimiento por su aportación a la sociedad española. Pensadores, escritores, políticos, actores.
Julián Marías, antiguo alumno del Cisneros, recordaba que “muchos intelectuales famosos eran catedráticos del instituto”. El pensador español decía que, con dos años de alemán, latín y griego, había salido suficientemente preparado para manejarse en esas lenguas.
En la actualidad sigue siendo un centro de referencia en Madrid para cursar el bachillerato bilingüe en alemán. Además de ser el elegido por la mayoría de los alumnos que asisten al conservatorio por la flexibilidad que se les ofrece para simultanear sus estudios artísticos.
Las primeras bachilleras
La arquitectura del edificio, con dependencias tan singulares como las señaladas o la biblioteca, que todavía usan sus alumnos actuales, anima a leer la investigación de González y Talavera. El examen de las memorias escolares y de los registros de matrícula permite conocer la forma paulatina en que las mujeres accedimos a la enseñanza secundaria y al bachillerato.
Las pioneras fueron alumnas con excelentes resultados académicos. Actitud lógica en personas que querían estudiar porque su anhelo de conocimiento era mayor que los prejuicios que tuvieron que superar.
No cuesta mucho imaginar cómo se debían sentir aquellas primeras niñas que se sabían una excepción en una clase de chicos. Eso hacía que una buena parte de las alumnas estudiaran por libre sin asistir cada día al aula.
Las primeras alumnas provenían de familias medianamente acomodadas. Por ejemplo, Emilia Pardo Bazán llevó a sus hijas al Cardenal Cisneros, pero también encontramos en los registros alguna pionera con escasos medios económicos y muchas ganas de estudiar.
La primera alumna, solo de ingreso, Antonia García Zabala, llegó al instituto en 1876. Tres años más tarde ya estaba en el centro Pilar Martínez Gil, que era maestra de primera enseñanza y sería la primera bachillera y una gran cosechadora de los premios extraordinarios con que el centro destacaba a los alumnos más brillantes.
La primera universitaria
María Goyri, filóloga e investigadora de primer nivel, también obtuvo en este centro el título de bachiller en 1899. Fue la primera mujer que obtuvo la titulación universitaria en Madrid. Su aportación a la filología, la historia y la literatura ha quedado ensombrecida por Ramón Menéndez Pidal, su esposo, con el que trabajaba.
En el último tercio del XIX pasaron por las aulas del Cardenal Cisneros, según el estudio de González y Talavera, cincuenta y siete alumnas. El siglo XX fue una etapa de despegue. En el curso 1901 había matriculadas diez alumnas; en 1910, cien, y en 1919, 719. Al llegar a 1930, las chicas representaban el 14,2% y en 1935, el 35%.
Al final de este paseo por el Instituto Cardenal Cisneros, los visitantes comprendemos mejor la capacidad transformadora de la educación pública en nuestra sociedad. Un legado que hay que defender y que sigue cosechando importantes resultados con el alumnado actual.