Un lugar inquietante

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Un refugio contra la incertidumbre de nuestros días vende el protagonista de Un lugar seguro, la última novela de @_isaacrosa Rosa. Un truco de vendedor que resulta inquietante.

 

A través de tres generaciones –abuelo, padre e hijo–, Isaac Rosa se asoma a las ambiciones, desilusión y pragmatismo que, por este orden, han marcado la vida de los tres.

 

«Unos Garcías –dice el autor– como tantos, unos Garcías del montón…», que aspiraban a formar parte de la élite de triunfadores, que lleva a sus hijos a un colegio de triunfadores, en el que «los niños vienen triunfados de casa».

 

El abuelo creyó que el ascensor social funcionaba e incluso hubo un tiempo en que iba ligero, llenó la cabeza de su hijo de sueños fallidos y no dudó en embarcarse en la borrachera de amor al dinero a cualquier precio de los años noventa.

 

Leyendo esta novela recordé el entramado de apariencias, corrupción y enriquecimiento fácil que me movió a escribir Inventario de otoño. Esta novela quedó finalista del Premio Café Gijón 2003 y cuando se publicó en 2009, se había esfumado la sugestión colectiva que había llevado a poner como ejemplo de triunfadores a muchos sinvergüenzas que robaron a manos llenas y se ocuparon de averiar el ascensor social.

 

Ascensor social averiado

 

El abuelo de la novela de Rosa es un representante genuino de ese tiempo. Un gran vendedor que sabe gestionar el deseo de sus clientes potenciales. Sobre todo, si estos tienen un bajo poder adquisitivo y medios escasos para tener una dentadura sana. Para dar satisfacción a estas necesidades crea una cadena de clínicas que concede créditos para tratamientos dentales costosos.

 

Operaciones similares a la que describe la novela y las segundas intenciones que escondían han protagonizado en los últimos años la crónica de tribunales.

 

Engañar a los más débiles siempre ha sido un gran negocio para granujas sin escrúpulos. La Ópera de los tres centavos, escrita por Bertolt Brecht con música de Kurt Weill está poblada de sinvergüenzas que se aprovechan de la necesidad y gestionan en su beneficio la ambición de tener una vida mejor.

 

Rosa se sitúa en la línea de Brecht cuando relata la historia de estos tres truhanes y la sociedad que les rodea. En ambos autores hay una crítica al capitalismo rampante que impone la ley del mercado en todos los ámbitos.

 

Se dice en Lugar seguro que en la actualidad la verdadera ganancia no se extrae de la tierra ni del sudor ni del esfuerzo, «sale del aire, de la nada, de productos financieros y mercados de futuros, de la especulación, la creación artificial del dinero, el manejo de la deuda».

 

Enfrentamiento generacional

 

La novela va mucho más allá de este punto de partida al abordar el enfrentamiento con unos padres que prometieron a sus hijos un mundo mejor que el que a ellos les legaron sus progenitores.

 

No se ha cumplido el pronóstico y ha quedado al descubierto una gran impostura, ante la que el hijo se siente engañado.

 

Sin embargo, preso de ese legado, sigue el camino de su antecesor. Con la misma visión comercial de su progenitor gestiona el anhelo de seguridad de una clase media que la crisis económica sitúa al borde del abismo.

 

La frustración del hijo es que el padre objeto de su censura, ya no existe es otra persona a quien la enfermedad ha transformado. No hay ya nadie a quien quejarse ni a quien culpar de tanta frustración.

 

La enfermedad degenerativa ha convertido al sinvergüenza en un viejecito vulnerable amable, ajeno a las fechorías que cometió. Es otra persona a la que el hijo ya no puede decir tantas cosas que quedaron pendientes entre ellos.

 

Realidades incómodas

 

El más joven de estos tres personajes ni siquiera se plantea dudas o enfrentamientos y observa a su padre con cierta condescendencia. Con una actitud distante y totalmente escéptica sigue la tradición familiar porque es lo único que sabe hacer para sobrevivir.

 

No se rebela, acepta su destino y hace que este Lugar seguro nos cree inquietud. Quizás la que siente su autor al mostrarnos la realidad sin adornos. Con una visión pesimista de la sociedad y de los grupos e ideas a los que la gente se aferra para encontrar respuestas a un mundo injusto e individualista.

 

Lugar seguro igual que hemos visto en Queridos niños, Existiríamos el mar o Lectura fácil –por solo mencionar algunos libros comentados en este blog– refleja realidades incómodas, pero imprescindibles para intentar comprender la sociedad actual.

 

Las cuatro novelas mencionadas arrojan una visión bastante pesimista que, en el caso de Belén Gopegui se suaviza por su confianza en la amistad, y en el de David Trueba, por su recurso al humor como antídoto contra la rabia.

 

No es el caso de Isaac Rosa que solo encuentra refugio a tanta desolación en la luminosa escena, en que el padre y su hijo adolescente disfrutan del benefició de reír juntos y sienten que aun en medio del desastre son capaces de hallar complicidad entre ellos.

 

Esa es la verdadera rebelión frente al abuelo que nunca pudo compartir con su hijo un momento semejante, pues asumió la paternidad como un ejercicio de autoridad, en el que no había lugar para la connivencia ni la ternura.

 

Sin embargo, la segunda y la tercera generación, aunque nunca serán los «triunfadores» con que soñaba el abuelo, se quieren y se entienden por encima de la herencia de granujería con que cargan.

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