Tutankamon, la mejor publicidad para la egiptología

1 Tutankamon

«Je tiens l’affaire» exclamó Champollion un 14 de septiembre de hace 200 años cuando descubrió cómo traducir la piedra Rosetta. Lo consiguió solo cien años antes de que Howard Carter hallara el 4 de noviembre de 1922 la tumba de Tutankamon.  Este joven faraón, cuyo reinado no tuvo gran trascendencia histórica, se convirtió, en la mejor publicidad para la egiptología.

 

Así lo considera con criterio acertado Rosa Pujol, presidenta de la Asociación Española de Egiptología. La relativa cercanía de este descubrimiento y la difusión de que gozó en su día han sido uno de los mejores aliados de la fascinación por el Antiguo Egipto que tantas personas sentimos.

 

La arqueología pocas veces ocupa las portadas de los periódicos y no son pocas las ocasiones en que cunde el desánimo. Por ejemplo, lord Carnavon estaba dispuesto a suspender las excavaciones de Carter, tras años sin obtener resultados, cuando se produjo el hallazgo.

 

El niño aguador de la expedición descubrió algo que llamó su atención al depositar en el suelo las vasijas. Avisaron a Carter y poco después quedaba al descubierto el primero de los doce escalones que conducían a la tumba del faraón. Cuando Carter logró vislumbrar a través de un agujero lo que había en la tumba, lord Carnavon le gritó: «Carter, por Dios, dígame lo que ve».

 

El sueño del arqueólogo

 

Lo más probable es que a Howard Carter le resultara difícil articular una sola palabra ante la importancia del descubrimiento que acababan de realizar. Había sido tratado como un advenedizo por las eminencias de su tiempo, pero la fortuna y su tenacidad pusieron en sus manos el sueño de cualquier arqueólogo.

 

Los restos arqueológicos igual que la literatura son un vehículo que nos transporta en el tiempo. La tumba de Tutankamon se convirtió en la mejor publicidad para el conocimiento de la civilización egipcia,  pues se había salvado de los saqueadores y todo permanecía como estaba en el momento de su enterramiento hacia el año 1325 a.C.

 

Carter en Madrid

 

Es fácil imaginar el revuelo que causó la llegada de Howard Carter a Madrid en 1924, invitado por la Residencia de Estudiantes para dar una conferencia sobre su descubrimiento. El éxito fue tal que se vio obligado a repetirla al día siguiente. La noticia impresionó al duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, quien consiguió que Carter le dejara las placas fotográficas de la tumba de Tutankamon y de los objetos encontrados en ella para mostrarlos en una exposición itinerante que recorrería España.

 

Desgraciadamente, según explicaron los egiptólogos Francisco Martín Valentín y Teresa Bedman en las IX Xornadas de Exiptoloxía, organizadas por el Museo de Pontevedra el pasado mes de julio, el estallido de la Guerra Civil impidió que se llevara a cabo el proyecto. Lo más grave fue que el bombardeo de la aviación franquista del palacio de Liria durante la contienda supuso la destrucción de los negativos de cristal.

 

Las mujeres en el Antiguo Egipto

 

Mi amor por la civilización egipcia comenzó con la lectura de Sinuhé, el egipcio, de Mika Waltari, una de las grandes novelas históricas. La literatura, como tantas veces en mi existencia, me incitó a conocer una civilización cuyo predominio no se debió solo a su poderío militar, sino también a un pensamiento y una estructura social y cultural muy superior a la de los pueblos que lo rodeaban. Esa fue la causa de que me apuntara hace ya muchos años a un curso de Egiptología en el entonces Museo Etnológico, hoy Museo Nacional de Antropología, que impartió Esteban Llagostera y al que siguieron varios viajes a Egipto.

 

Durante la elaboración de mi novela El poder de tu nombre, editada por Arzalia (2018), descubrí que, a diferencia de sus coetáneas, las mujeres en el antiguo Egipto disfrutaban prácticamente de los mismos derechos que los hombres y ocuparon un importante lugar en el gobierno del imperio, como asegura Teresa Bedman en sus libros

 

La doctora de Historia del Arte, Susana Alegre, documenta que las egipcias podían emprender negocios, testar, realizar préstamos y desplazarse libremente sin tutela masculina.

 

 

Salven el Templo de Debod

 

Además del centenario de las dos efemérides citadas –aunque el joven faraón se ha convertido en la principal fuente de difusión de la egiptología–, se cumplen cincuenta años de la apertura al público del Templo de Debod, regalo  de Egipto a España por su colaboración con la @UNESCO_es en el rescate de los templos que iban a desaparecer con la construcción de la presa de Asuán. A pesar de su importancia para Madrid, nadie se ha acordado de celebrarlo.

 

Lamentablemente, el Templo de Debod se está deteriorando por el efecto de la contaminación y los fenómenos atmosféricos. Es necesario protegerlo, pero el Ayuntamiento @MADRID, encargado de su mantenimiento, no toma la iniciativa para defender este importante legado cultural del que disfruta la ciudad.

 

Otros países que participaron en el mismo programa y recibieron un regalo similar han tomado las medidas adecuadas para evitar su deterioro. Un ejemplo: el Museo Metropolitan de Nueva York creó dentro de sus instalaciones una estructura cubierta para exhibirlo. Nosotros preferimos mantenerlo a la intemperie.

ción.

FOTO. Tutankamon, Realizada por la autora en el Museo de El Cairo antes del traslado a su sede actual

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