La vida como un viaje

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En este periplo por el que nos conduce Enrique Jurado en su poemario Luna a luna descubrimos un sendero para anclarse en los sueños de la vida.

 

Ya en la contraportada de este libro se marca el rumbo de «mundos interiores y exteriores presentes en los pinares del valle del Alberche o del Alto Duero soriano»» Y más allá, la luz del Mediterráneo convive con las sombras en busca del camino.

 

En su Oda al pino ceniciento, que rezuma dolor por los incendios que arrasaron los pinares castellanos, el poeta se lamenta de que ya no haya juglares que canten a esta tierra, aunque se equivoca. Queda su voz que se levanta poderosa para demandar:

 

¡Quién parará este desierto

Quién cogerá la pala y la azada

Para labrar

Un nuevo vergel en España

Sin voces rotas

ni gritos incendiarios?

 

Los ojos de Enrique Jurado han contemplado pinares, jaras, carrascos castellanos y cielos inmensamente azules que han ido creciendo con sus versos en este Luna a Luna, dedicado a la parte femenina de hombres y mujeres. Recorremos con él su infancia y su madurez apegada a la tierra. Y ese contemplar sencillo de sus ojos es tan profundo que yo, que no conozco los lares de los que habla, los puedo sentir como míos de tanto amor que hay en sus palabras.

Sin ti,

no sería yo

amada tierra de la infancia.

 

No lo dice con melancolía sino con la alegría del que sabe dónde está su meta y su destino. Un lugar donde escuchamos los sonidos de la carrasca y el amor de atrapar un instante y ponerle palabras, expresado en femenino singular como la luna solitaria que observa el paso de las estaciones del año. El niño que fue vuelve al colegio y añora el paraíso donde intuye que algún día realizará sus sueños.

 

Reza a la luna, «madrenuestra que estás en la profunda oquedad celeste» para emprender el viaje como una huida de sí mismo y convertirse en otro, gracias a ese sueño necesario para subsistir, porque «parar es caerse». Hay que seguir adelante para atrapar el corazón de la montaña, «seducirla y convertirla en amante».

 

Camino de Santiago

 

Recomiendo a quienes hayan hecho el Camino de Santiago, en su itinerario denominado francés, desde Saint Jean pied de port hasta coronar O Cebreiro y llegar a Galicia, o a quienes se dispongan a hacerlo, que no dejen de leer los poemas agrupados en el Libro segundo: cosa difícil es vivir sin sueños. Entenderán y compartirán el verdadero significado del camino.

 

Roncesvalles, San Juan de Ortega y ser capaz de coronar finalmente O Cebreiro es la recompensa de esta senda llena de dificultades y alegrías, como la vida y el viaje que con ella emprendemos. Aun así, han de saber que

 

Al final del camino no hay nada.

Ni nadie.

Solo el sendero.

Y las preguntas sin respuesta.

 

Nuestros mejores clásicos laten en los versos de Enrique Jurado, que en su deambular nos descubre con Luna a luna al gran poeta que llevaba dentro.

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