La investigación que realizo para escribir mis novelas me permite descubrir historias olvidadas que influyen en el desarrollo del relato.
Esto me sucedió cuando escribía El secreto de Caaveiro, cuya edición en castellano ha sido editada este año por Olé Libros y que se presentará el viernes 28 de noviembre a las 18 horas en la Biblioteca Pública Eugenio Trías-Casa de Fieras de Madrid.
En las próximas semanas informaré de este encuentro en el que me acompañarán tres jóvenes lectores, de entre doce y catorce años, que han leído la novela y con los que estableceré un diálogo.
Un libro de memorias
Hablaba de un hallazgo inesperado. Se produjo mientras me documentaba sobre los exiliados españoles que huían de la persecución que decretó contra ellos Fernando VII hace doscientos años. A pesar de que El secreto de Caaveiro discurre en la actualidad, sus protagonistas se ven inmersos en un viaje en el tiempo. Ellos también, como esta autora mientras escribía, hacen descubrimientos inesperados. Pero eso es otra historia que jóvenes y adultos descubriréis con la lectura de la novela.
Mi hallazgo fue toparme con las Memorias de un anciano, escritas por el político y escritor, Antonio Alcalá Galiano. Este autor me trasladó, como luego hice yo con mis personajes, al barrio londinenses de Somers Town.
Este lugar fue refugio, primero de los franceses, que huían de la revolución, y después, de los liberales españoles. Desgraciadamente, no queda en ese lugar ningún recuerdo del paso de estas gentes hace dos siglos.
Gracias al ameno testimonio del autor gaditano se conserva memoria de lo sucedido y de la vida que llevaron los españoles de toda condición que llegaron hasta allí. Tomé prestados algunos de estos personajes para que guiaran a los míos en su particular periplo por la ciudad del Támesis, tal como era hace dos siglos.
Los lectores disfrutarán comparando la City que conocen con la que describo del pasado. También descubrirán que algunos problemas actuales empezaron a generarse en esa época. Nadie habla ya del Londres envuelto en una niebla contaminada, que llamaban puré de guisantes, pero existió y El secreto de Caaveiro nos lleva hasta ella.
En las próximas semanas seguiré analizando distintos aspectos de El secreto de Caaveiro.
