Este es un llamamiento a lectores valientes que buscan en los libros disfrutar con algo más que mero entretenimiento, quieren vivir aventuras, ponerse en la piel de otros y sentir que una novela, un poemario, una obra de teatro o un concierto dejan en nosotros huellas que nos transforman. Mi propósito es dar pistas, compartir lecturas y opiniones con quienes os unáis a este blog, que os enroléis en mi tripulación y os animéis a seguirme cada semana. Además de escribir, quiero escuchar vuestras opiniones y publicar post de las y los autores que se brinden a ello. Mi reto es interesaros para que no me abandonéis en la primera escala.
Mi barco se llama Palabrario porque desde las crujías hasta la cubierta, las velas y el motor están hechas de palabras, porque la palabra da sentido a nuestra existencia y el pensamiento, hecho de verbos, es lo único que no nos pueden arrebatar en ninguna circunstancia. Como patrona de la embarcación me veo obligada a echar esta arenga para que sepáis dónde os metéis y me lo demandéis si no cumplo. Confieso que intenté hacer esta travesía hace años, pero por circunstancias de la vida tuve que posponerla. De esa etapa rescato dos post de poesía, que siguen ahí por mérito propio.
Os invito a que conozcáis mi web porque es una forma de acercarnos y de que sepáis lo que hago, los libros que he escrito y en los que estoy trabajando. Yo no formaría parte de una tripulación con una patrona de la que no supiera nada y mis libros son mi memoria poética. Aun me queda mucho por hacer y después de tantos años en el periodismo, secuestrada por la información económica, reemprendo el vuelo literario libre de ataduras.
Para terminar y para que os hagáis idea del plan de viaje, señalo algunos puertos a los que arribaremos. Hablaremos de autoras como Cristina Morales, que ponen de manifiesto las grietas de nuestra sociedad; recordaremos a la pionera y maestra, Carmen Martín Gaite; con Leonardo Padura y Alcalá Galiano como maestros llegaremos al corazón del exilio, y con Anna Ballvona y Mariana Enríquez recorreremos esas periferias de las grandes urbes que nunca visitamos y que pueden ser sobrecogedoras. Hay tantos lugares por arribar que solo me queda agradecer vuestra atención y dar la orden de: ¡Izad las velas!
