Vidas rotas

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Vidas rotas, castillos de fuegos que se esfuman en el aire, un país arrasado y envuelto en la pena. De esto nos habla Ignacio Martínez de Pisón en su última novela, Castillos de fuego.

 

La posguerra española es una época de la que muy pocos han querido hablar, quizás porque es un espejo para ver cómo destrozó la vida de tantos españoles el golpe de Estado de Franco y la Guerra Civil a la que nos condujo.

 

He leído varias obras sobre este periodo que me parecen destacables. La crónica de Madrid en la posguerra de Pedro Montoliú, las seis novelas de Almudena Grandes agrupadas bajo el título de Episodios de una guerra interminable, La excepción ibérica, de la historiadora gallega María José Tíscar y la citada, Castillos de Fuego, de Martínez de Pisón. Todas ellas me han producido la misma sensación de pena y desaliento.

 

No puedo dejar de mencionar El sueño de la razón, la obra de Antonio Buero Vallejo que se representa en el Teatro Español de Madrid hasta el 9 de julio.

 

A pesar de que trata de los últimos días de Goya antes de verse forzado a exiliarse a Francia durante la llamada Década ominosa del reinado de Fernando VII, es como las obras anteriores un alegato contra los totalitarismos. El autor utilizó este periodo histórico para burlar la censura establecida por la dictadura de Franco. Cualquiera que vea la obra se dará cuenta enseguida de la estulticia de los censores.

 

La balsa de piedra

 

Hasta no hace muchos años el foco sobre la posguerra española estaba puesto en los vencedores o en los vencidos, pero al hablar de estos últimos siempre se referían a los exiliados y prácticamente nada se decía de los que quedaron atrapados en esta balsa de piedra –tomo prestado el título muy pertinente al respecto de la novela de José Saramago–,  en que se convirtió la península ibérica con sendas dictaduras en Portugal y España, que pervivieron porque sirvieron a los intereses de Gran Bretaña y Estados Unidos durante la guerra fría.

 

En Castillos de fuego el autor dibuja un mosaico de vidas rotas por una dictadura que propicia la traición y las delaciones, incluso entre los que apoyan al Régimen cuando dejan de ser útiles. Es el caso de la caída en desgracia de sectores de la Falange en el momento en el que la dictadura intentó blanquear sus conexiones con Hitler y Mussolini para ganarse el favor de los países aliados que ganaron la Segunda Guerra Mundial.

 

El fin de la guerra en Europa y el triunfo de los Aliados no supuso como muchos esperaban la caída de la dictadura y el restablecimiento de la democracia en España. Fue una gran decepción que puso fin a cualquier esperanza y apuntaló a Franco en el poder.

 

Martínez de Pisón no es historiador, es novelista. Un novelista que se ha documentado muy bien y hace gala de su oficio al poner el foco sobre las personas, al tiempo que respeta los acontecimientos históricos. Son sus personajes y su peripecia vital lo que nos acerca a lo sucedido y nos ayuda a entender la Historia.

 

Una historia en blanco y negro

 

El Madrid de la posguerra, la España de la posguerra, es una historia filmada en blanco y negro. Una balsa de supervivientes, en la que algunos pagan su lucha por revertir la situación con la cárcel y la muerte. Esta novela también refleja la lucha, el abandono y la traición que sufrieron los comunistas españoles por parte de sus dirigentes en el exterior.

 

Sin embargo, más allá del contexto histórico y político, en la narración predominan las vidas rotas de los españoles depurados en las Universidades y las Administraciones Públicas; de las familias que habían perdido a sus padres y hermanos y ni siquiera habían podido enterrarlos ni saber dónde estaban sus cuerpos; del silencio que invadió todo; de las mujeres condenadas a ser madres y esposas por un régimen que, en clara contradicción con estos postulados, favorecía la entrega en adopción de los hijos de madres solteras; de las mujeres avocadas a buscarse la vida en prostíbulos que frecuentaban los hombres del régimen; de los adolescentes que vieron truncados sus deseos de estudiar; de los niños que tuvieron que asumir los traumas vividos sin ninguna ayuda.

 

En fin, de tantos otros, alejados de la versión oficial para dar lustre a una dictadura que escandalosamente algunos se empeñan en hacer pasar casi como un mal necesario. Un periodo negro de nuestra historia que algunas voces reivindican como una época de prosperidad y bienestar.

 

En estos tiempos en que los movimientos fascistas reverdecen con fuerza en Europa, leer sigue siendo un buen antídoto contra la polarización y la intolerancia a la que algunos nos pretenden conducir.

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