Un legado de armarios vacíos

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Mujeres que viven en función de otros, tal como hicieron sus madres, sus abuelas y sus bisabuelas, y siguen criando a sus hijas para que mantengan ese legado, son las protagonistas de Armarios vacíos, segunda novela que edita Errata Naturae de la escritora portuguesa Maria Judite de Carvalho (Lisboa 1921-1998).

 

Me ha estremecido la lectura de esta novela sobre personas que llenan su pasar por este mundo con el objetivo de encontrar un hombre y hacer un buen matrimonio. Mujeres que cuando ese hombre desaparece no encuentran sentido a su existencia.

 

Esta novela, breve y rotunda, permanece en la memoria mucho tiempo después de leída y, aunque fue escrita y se desarrolla en el siglo pasado durante la dictadura portuguesa de Salazar, inquieta pensar que aun sigue habiendo, afortunadamente cada día menos, mujeres burguesas cuya existencia es así.

 

Una vida de farsa

 

La escritura de Maria Judite de Carvalho nos toca el corazón con un argumento sencillo, solo en apariencia. Nos habla de la vida cotidiana de una mujer viuda, de su hija y de su suegra, de sus sentimientos y de los secretos de familia.

 

Qué puede hacer una de estas mujeres vacías como armarios, cuando descubre que toda su vida ha sido una farsa. Cuando todo estalla y no hay nada dentro, solo cabe una profunda melancolía que tiñe el futuro, porque la protagonista no sabe rehacer su vida y corre el riesgo de incurrir en los mismos errores del pasado.

 

Esta novela es también un reflejo del ambiente de esos años grises y terribles para Portugal y para España. Un tiempo en que las mujeres no tenían opciones para cambiar el destino asignado.

 

La fuerza de los personajes

 

El mayor acierto de Armarios vacíos reside en la fuerza de sus personajes, en su humanidad.

 

Miguel Delibes consideraba los personajes como el eje del relato. Decía que «poner en pie personajes de carne y hueso e infundirles aliento…es una de las operaciones más delicadas de cuantas el novelista realiza».

 

Maria Judite de Carvalho crea unas mujeres de carne y hueso, cuyas tristezas y alegrías trasmite a los lectores, que las sienten como de personas conocidas porque saben en qué consiste el legado de los armarios vacíos.

 

En mi novela El ingenio de los mediocres, Rosa de los Ángeles, un personaje de una gran impronta en el relato a pesar de haber fallecido cuando acontece la historia que se cuenta, me recuerda a Dora Rosario, la protagonista de Armarios vacíos. Quizás porque son coetáneas, su vida transcurre en ambientes similares y, sobre todo, porque son mujeres veladas por sus padres y por sus maridos.

 

Ha sido un placer leer esta novela que, a pesar de haber sido escrita y publicada en Portugal hace muchos años, ha llegado ahora a España porque desgraciadamente aun hay muchos armarios vacíos. Esta historia nos recuerda de dónde venimos y el largo camino que aun nos queda por recorrer.

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