Quién sabe qué pasará mañana

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El temor a la indefinición, a carecer de seguridades sobre lo que pasaría al día siguiente fue uno de los miedos más generalizados entre la población durante la pandemia. Petros Márkaris refleja en su último libro Cuarentena estos estados de ánimo.

 

Parece que asistimos al final de la pandemia, pero todavía no estamos en condiciones de afirmarlo con rotundidad. Tampoco hemos despejado muchas de las dudas que teníamos sobre el futuro, porque mientras superamos esa etapa es posible que estemos ya embarcados en una guerra. Persiste el temor a no saber que nos espera, con mayor intensidad de lo normal en una existencia tan efímera como la de los seres vivos.

 

Sin embargo, sentí paz al terminar de leer de un tirón en este puente de mayo los relatos que componen el último libro de este escritor griego de novela negra, nacido en Constantinopla, como a él le gusta llamar a Estambul, y conocido en todo el mundo por su personaje, el inspector Kostas Jaritos.

 

En un encuentro organizado por la Librería Cervantes de Madrid, el pasado jueves, Márkaris comentaba que lleva tantos años escribiendo sobre Jaritos, su mujer, Adrianí y el resto de los personajes habituales de sus novelas, que ya convive con ellos. Algo muy similar a lo que Luis Mateo Díez había dicho sobre los personajes de Celama unas semanas atrás durante un acto en la Real Academia.

 

Un libro de relatos

 

Cuarentena no es una novela, sino un libro de relatos. El autor cuenta que, a pesar de que la pandemia no ha influido en su trabajo –los escritores estamos acostumbrados a trabajar en soledad– , no se había encontrado con fuerzas para abordar una novela en un momento en que nadie sabía qué pasaría mañana. En su intervención en inglés el término más usado fue «unknown» (desconocido).

 

No obstante, Márkaris tuvo otros motivos más poderosos para optar por los relatos, que le han permitido mostrar un abanico de historias. De esta forma, vamos descubriendo cómo otras personas conjuraron sus temores y cómo se enfrentaron a la angustiosa sensación de carecer de certezas, de no saber qué pasaría mañana.

 

La sorpresa que nos ofrece Cuarentena es que su lectura aporta paz y renueva nuestra creencia en el ser humano. Cada uno de estos relatos nos lleva a situaciones que hemos vivido y tiene la virtud de recordarnos que fuimos capaces de superarlas.

 

El inspector Jaritos y su mujer Adrianí, protagonistas inevitables de dos de las historias –el policía aparece también en el relato, titulado Los tres caballeros, aunque de forma circunstancial– se enfrentan a la dificultad de convivir las veinticuatro horas del día en un piso del que no pueden salir. Millones de personas en todo el planeta tuvimos que solventar esta situación.

 

El valor de la solidaridad

 

A pesar del aumento de los problemas sicológicos que se han derivado de la pandemia, Márkaris nos recuerda que la mayoría pudimos salir adelante; aprender a mirarnos de nuevo a los ojos y descubrir en los otros virtudes que antes no habíamos apreciado.

 

El autor no olvida su pasión por la solidaridad entre aquellos que más lo necesitan. Esa ayuda que se prestan los que no tienen ni siquiera un techo bajo el que cobijarse; quienes buscan alimento en los contenedores de basura.

 

Márkaris no abandona la mirada crítica característica de sus novelas ni endulza una realidad, en que la desprotección, el hambre y la injusticia son evidentes. Sin embargo, apunta una visión solidaria frente a un mundo en el que, desgraciadamente, se generaliza el individualismo más egoísta.

 

Los relatos de este autor y la visión que nos da de lo vivido en la pandemia están aferrados a la tierra, a la realidad de millones de seres, lo que lo diferencia es su capacidad de resaltar lo mejor del ser humano, incluso en los momentos más duros.

 

Negra y mediterránea

 

Nos vemos reflejados en Jaritos cuando asiste cada día al relato de horrores de los informativos y cuando aprende, como todos nosotros, a hacerse resiliente frente a la pandemia, sin olvidar a quienes quedaron en el camino, pero sacando lo mejor de nosotros mismos.

 

El libro tiene un epílogo, ajeno totalmente a la pandemia, en el que el autor habla de su adolescencia en la isla de Jalki, situada en el mar de Mármara a hora y media en barco de Constantinopla.

 

Este relato poético nos acerca al alma del muchacho que empezó a enamorarse de los libros y del cine durante una etapa que marcaría su futuro como escritor. Luego vinieron sus etapas como traductor y como guionista, que dieron a luz al comisario Jaritos tan mediterráneo como su colega Montalbano, de Andrea Camilleri, o el detective Pepe Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán.

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