Mujeres en pie de paz

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Cuesta escribir cuando parece que el mundo se derrumba; cuando tu hija conmocionada te narra el horror de los refugiados cada día más numerosos en la estación de tren de Berlín. Ya no hablamos de la pandemia porque, como un nuevo jinete del Apocalipsis, la guerra llama a nuestras puertas.

 

Parece que lo cotidiano carece de sentido y por eso cuesta escribir. Sin embargo, hoy es más importante que nunca sobreponerse a la tristeza y al miedo,  defender lo que amamos y trabajar por la paz cada cual con sus herramientas. Las escritoras con la palabra que denuncia, lleva consuelo a los que escapan de la sinrazón y ayuda a los que se defienden de la invasión.

 

Hoy es 8 marzo y quiero hablar de las mujeres en la literatura porque es lo que tenía previsto.

 

Mujeres de novela

 

En los conventos medievales donde algunas mujeres gozaban de la cultura que estaba vedada al resto, en los salones de la Ilustración y en los turbulentos avatares de la época contemporánea, las escasas mujeres ilustradas –hasta no hace tantos años había una gran mayoría de analfabetas– siempre hubo ávidas lectoras y de esa pasión salieron muchas escritoras. Mujeres de novela cuya obra cada vez va siendo más conocida y reivindicada.

 

Victoria Armesto rescataba en un artículo publicado en La Voz de Galicia en 1947, bajo el seudónimo de Claris, la queja que expresaba Rosalía de Castro cuando decía:

«Tu no sabes lo que es ser escritora. Serlo como “Jorge Sand» vale la pena; pero de otro modo… !Que continuo tormento! Por la calle, te señalan constantemente, y no para bien, y en todas partes hablan de ti.”, decía la poeta gallega.

 

Recordaba estas palabras de Rosalía el director de la división Cultural de la Biblioteca Nacional, Ángel Martínez Roger, el pasado jueves con motivo de la mesa redonda, organizada por la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) bajo el título Miradas alrededor de un siglo.

 

Rosalía describía las dificultades que encontraba para ser reconocida en su oficio y el rechazo social que suscitaba. Se la consideraba una mujer rara. De raras y modernas iba el acto organizado por ACE, cuyas ponentes reivindicaron la distinta visión que recibíamos de Madrid, Salamanca y Barcelona, a través de las novelas de Elena Fortún, Carmen Laforet y Carmen Martín Gaite.

 

Raras y modernas

 

En la correspondencia que intercambiaron Fortún y Laforet, entre las que había una diferencia de treinta y cinco años, también se hablaba de chicas raras y modernas, como destacó la profesora María del Mar Mañas.

 

Modernas fueron las mujeres que fundaron el Lyceum Club en 1926, que estudiaban, leían, debatían, intervenían en política, se quitaban el sombrero y se cortaban el pelo a lo garçon. Las escritoras de posguerra buscaron en ellas un espejo en el que reflejarse. Raras fueron esas chicas de la posguerra española que se negaron a aceptar el papel que les asignaba el franquismo, reducido a ser madres y esposas y condenadas a estar siempre tuteladas.

 

Martín Gaite acuñó la expresión de “raras” en Desde la ventana, una colección de artículos en los que la autora estudió el papel de la mujer en la literatura. A quienes se asomaban a la ventana se las tachaba de ligeras, estaba mal visto y hacía que se escondieran tras los visillos para no ser criticadas. La autora salmantina las contraponía a las que decidían asomarse y observar la vida desde su propia óptica. La novela surge de la observación que libera la fantasía y reconstruye el mundo que hay fuera.

 

Una larga lista

 

Nace así la nueva visión de Barcelona que nos ofrece Carmen Laforet en Nada y el Madrid de Celia. Elena Fortún añadiría a esta imagen alegre de la ciudad, sus vivencias del dolor que la guerra causó en sus habitantes.

 

Estas tres escritoras apenas son una muestra de una larga y notable lista de autoras que nos abrieron el camino a lo largo del pasado siglo XX. Ana María Matute, María de la O Lejárraga, María de Maeztu y un largo etcétera, de las que se puede saber más en la web Nombres de mujer, que @merymanna dedica a divulgar la obra llevada a cabo por mujeres en diferentes ámbitos a lo largo de la historia.

 

Varona ha sido de las primeras en reivindicar el nombre de la reina Juana I, maltratada por su padre y por su marido, según la interesante investigación que publicó esta escritora en 2017 reconstruyendo el periplo de la “reina cautiva”. Otra mujer ‘rara’.

 

Camino por recorrer

 

Conviene conocer el pasado para saber dónde estamos y hacia nos dirigimos. A pesar de que el presente y el futuro está lleno de nombres de escritoras aun queda camino por recorrer. Las estadísticas del Ministerio de Cultura nos dicen que las obras firmadas por mujeres en el ISBN (código identificador único que se da a cada libro) representan el 38,5 por ciento, según el último dato de 2020. La buena noticia es que este porcentaje creció seis puntos respecto a los dos años anteriores.

 

Escritoras de todo tipo practican distintos géneros y ofrecen diferentes visiones de la realidad que observan. Con mejor o peor dominio del oficio, el incremento de autoras es, sin duda, la vía para que germine la rara avis de la genialidad.

 

 

AVISO: Queridas/os suscriptores, gracias a la mejora de los datos sanitarios, por fin podré celebrar presentaciones y charlas sobre mi última novela, El ingenio de los mediocres.

El próximo jueves, 10 de marzo, a las 19 horas, acompañada de mi editor, Toni Alcolea, y del poeta y periodista, Ferran Garrido, os espero en la Librería Cervantes, calle del Pez, 27

El 8 de abril, a las 19 horas, invitada por el Ateneo de Pontevedra y acompañada por el médico y escritor, Miguel Mora, me encontraré con los lectores de esta ciudad en Villa Pilar, calle Riestra.

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