La supuesta vida idílica de los pueblos

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Mucho se ha escrito sobre la deshumanización de las ciudades, pero la vida en los pueblos no es tan idílica como, a veces, se nos intenta hacer creer. Sara Mesa en su última novela Un amor nos descabalga de prejuicios.

 

Cualquier población pequeña se convierte en un microcosmos en el que lo mejor y lo peor de los seres humanos se aprecia de manera más directa. Hasta el punto de que la convivencia puede llegar a ser asfixiante y el deseo de mantener una cierta independencia convertirse en una quimera.

 

La protagonista de la novela Un amor de Sara Mesa escapa de la ciudad para refugiarse en una aldea con la firme decisión de aislarse y buscar sosiego. Una necesidad que muchos de nosotros en más de una ocasión hemos sentido. Al leer esta magnífica novela recordé que yo misma hace muchos años me instalé junto con mi familia en un pueblo de la sierra del Guadarrama. En mi cabeza bullían todos los tópicos positivos que sobre la vida en el campo tiene alguien que ha vivido toda su vida en la ciudad.

 

Atmósfera opresiva

 

He de advertir que mi experiencia –vivimos en esa pequeña población diez años– arroja un balance positivo, pero no estuvo exenta de sombras. Sobre todo, de la incomodidad que deriva de experimentar que una puede realizar muy pocos movimientos que no sean seguidos y controlados y que los que venimos de fuera siempre somos forasteros. Fue esta circunstancia la que al leer la novela de Mesa me recordó mi propia experiencia y hasta aquí llegan mis similitudes con el relato del que hablo.

 

Nat, la protagonista de esta historia, se traslada desde la ciudad al pequeño y opresivo núcleo rural de La Estaca, donde libra una pelea interna contra los demonios que se agazapan en su interior. Una reyerta inevitable para cualquier ser humano que trata de conocerse a sí mismo, que busca y no sabe bien qué es lo que va o quiere encontrar. Cuando libramos este tipo de combates no es la pelea en sí lo que nos asusta, sino lo que podemos descubrir. En definitiva, el origen del malestar que nos invade y rompe o impide nuestra paz interior.

 

Amor que arrastra y que redime

 

Otro de los tópicos con los que hábilmente rompe Sara Mesa es la idea de la ayuda que el amor puede proporcionarnos para superar los problemas. Nat, como todos nosotros, va descubriendo que un amor puede redimir tanto como arrastrar; arrojar tanta luz sobre la oscuridad como crear una confusión extrema.

 

Sara Mesa fue muy bien recibida por la crítica y el público, de quienes ya era conocida y respetada, cuando publicó Un amor en septiembre de 2020. En este tiempo de pandemia resulta aun más fácil comprender la soledad y los temores de Nat, pero con independencia de la época en que se ha publicado, leer a esta veterana, todavía joven, autora madrileña, afincada en Sevilla, proporciona la felicidad de disfrutar con la fuerza de su prosa, tan aparentemente sencilla como poderosa.

 

Atrapados en la historia de Nat

 

Mesa va mucho más allá del mero ejercicio literario en el que se quedan y recrean algunos colegas, muy virtuosos con la escritura, pero que no tienen nada que contar. La fuerza de las vivencias de los personajes que desfilan por las páginas de un amor es tan potente como la prosa de su autora.

 

Esta novelista nos hace otro regalo a los lectores al convertirnos en cómplices de lo que cuenta, nos incorpora a la comunidad omnipresente de La Estaca dejando margen para que la hagamos plenamente nuestra y nos quedemos atrapados en ella desde el comienzo hasta la última línea.

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