La fuerza del lenguaje

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La forma en que contamos una historia es lo que la convierte en arte. La fuerza del lenguaje hace que lo que narramos y cómo lo hacemos formen un conjunto indisoluble para obtener un buen resultado. Da igual que nos refiramos a lenguaje cinematográfico, literario o teatral. Cada uno tiene una forma de expresión que define al artista y conforma su estilo.

 

A lo largo del fin de semana he tenido la fortuna de asistir a una película, #AsBestas, y a una obra de teatro, La Toffana, que me han confirmado lo dicho anteriormente. La película As bestas de Rodrigo Sorogoyen  que ya ha cosechado importantes premios, puede ser la acaparadora de los próximos premios Goya, gracias a la maestría con que su director maneja el lenguaje cinematográfico y obtiene el mejor resultado de sus intérpretes.

 

Hace años leí en el periódico una historia similar a la que se narra en esta película y pensé que era un argumento adecuado para una buena novela. Aun así, expresado a través de un medio u otro el resultado nunca sería el mismo. La atmósfera inquietante que crea #RodrigoSorogoyen en su película es fruto del pleno dominio de esta expresión artística.

 

El medio es el mensaje

No trato de contraponer ni de comparar cine, teatro y novela, lo cual es un empeño que dejo a los estudiosos. Hace años que en la Facultad de Ciencias de la Información me enseñaron que el medio es el mensaje (McLujan), algo que como espectadora y lectora corroboro con frecuencia. Hay obras literarias y cinematográficas que demuestran, como es el caso, la importancia de la forma de expresión.

 

A quienes no hayan visto esta película aconsejo que no se la pierdan y que se fijen en esas imágenes iniciales de los «aloitadores» que adquirirán todo su significado en otro momento cumbre de la película, que aquí no voy a desvelar.

 

De «A rapa das bestas» hablé en este blog el pasado verano, al tiempo que comentaba la preocupación de algunos vecinos por el impacto de la instalación de molinos eólicos sobre la vida de las manadas de caballos salvajes que habitan los montes de Galicia. Pero esto en la película de Sorogoyen se usa como desencadenante de los verdaderos problemas que aborda el guion.

 

Personas deshumanizadas

 

Con cada imagen el director nos adentra en la injusticia que nos puede despojar de racionalidad y muestra a unos seres que, confundidos y sin esperanza de futuro, se agarran a cualquier quimera pensando que con ello pueden salir del marasmo en que se encuentran.

 

En un momento determinado hasta llegamos a comprender los argumentos de quienes nos podían parecer más degradados en su condición y sentir conmiseración con su triste destino. La violencia pone el punto y aparte a estas sensaciones, convierte a los hombres en animales y ya no hay forma de justificar ninguna de sus acciones.

 

Un narrador para cada historia

 

Me pregunto cómo podría narrarse esta historia con palabras. Sería demasiado frío escoger un narrador omnipresente en tercera persona, que se elevara por encima del bien y del mal cuando es tan difícil juzgar lo que está sucediendo y cuando a una buena parte de los protagonistas les cuesta poner su pensamiento en palabras.

 

Si fuera uno de los personajes quien contara su historia en primera persona, por fuerza resultaría demasiado subjetivo. Pero, en fin, eso son elucubraciones porque forman parte de un trabajo fundamental que debemos abordar cuando nos disponemos a escribir una novela.

 

Sorogoyen usa sus armas y transmite a través de la mirada todo aquello que esas personas, en gran medida animalizadas, son incapaces de decir. Frente a la naturaleza poderosa la taberna es el refugio, el abrevadero donde uno habla y los demás callan, agachan la cabeza o se marchan.

 

La Toffana

 

Esta obra que se estrenó en el festival de teatro de Almagro y que merecidamente está recorriendo distintos escenarios de toda España también tiene al frente una directora, @mariaherreropag, que ha hecho muy bien su trabajo. La historia plantea un dilema moral de difícil solución. Como me sucede con As bestas hay elementos que explican los crímenes que perpetraron esta alquimista, conocida como la Toffana, su hija y su ayudanta, lo cual no significa que los justifiquen.

 

La autora del texto, @vanessamontfort, deja que los espectadores juzguen por sí mismos. Estamos en el teatro y aquí la palabra es la herramienta poderosa que nos convierte en el pueblo de Roma convocado por la Inquisición para asistir al juicio de estas tres mujeres.

 

Tanto en La Toffana como en As bestas, la injusticia determinada por el lugar y la familia en que se nace son claves para el desarrollo y desenlace de la historia. Todo el conjunto funciona a la perfección. Las actrices y el actor es escena interpretan bien sus respectivos papeles. Tarea que se completa con un vestuario muy adecuado y una iluminación que contribuye a crear diferentes espacios en un escenografía acertada y relativamente reducida.

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