Cómo hemos cambiado

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Las novelas de Belén Gopegui alumbran la evolución de nuestra sociedad en los últimos cuarenta años. La precariedad con que viven los protagonistas de Existiríamos el mar se contrapone al desencanto y las contradicciones de la generación que a mediados de los noventa del siglo pasado comprendió que era imposible La conquista del aire.

 

Semanas después de leer Existiríamos el mar de Belén Gopegui daba vueltas sobre lo leído. Un eco interior me llevó a releer La conquista de aire. Inicialmente iba a echar una ojeada para recordar detalles olvidados, pero me dejé arrastrar por una historia en la que he descubierto nuevos matices tras la segunda lectura.

 

Resultan gratas estas sorpresas que nos depara la buena literatura. También es cierto que yo no soy la misma y la carga vital me ayuda a apreciar facetas que en una primera lectura no llamaron tanto mi atención.

 

Dos generaciones

 

Al terminar comprendí el sentido de ese eco que me había llevado a rebuscar en mi biblioteca. Había una conexión entre ambas novelas. El lazo que las une no está en las coincidencias sino en las diferencias que separan a los treintañeros de mediados de los noventa y a los del año 2022.

 

A los primeros no les faltaron oportunidades de trabajo, enseguida se independizaron o se fueron a vivir en pareja y hasta dispusieron de ahorros con los que afrontar eventualidades y ayudar a los amigos.

 

Sin embargo, tuvieron graves dificultades para enfrentarse a la contradicción de ser una generación que iba a cambiar el mundo, pero se dejó absorber por el sistema. Cuánto me recuerda a la revisión que hacen de sus vidas mis protagonistas de Inventario de otoño, pertenecientes a esa misma generación,

 

Nuevas formas de convivencia

 

Los personajes de Existiríamos el mar son algo mayores, están ya cercanos a los cuarenta, se ven obligados a compartir piso con otros amigos y sufren una precariedad laboral que trastoca sus perspectivas de futuro. Conforman un grupo que ampara y protege a sus miembros, como una nueva forma de familia que no presiona, pero ayuda.

 

Otro contraste curioso entre aquella generación que hoy se estaría jubilando con los que podrían ser sus hijos es la diferencia de valores. Los primeros, que como se ha dicho, parecían cuestionar el sistema, luchaban por la estabilidad, el dinero y el bienestar, aun a costa de que ello supusiera renunciar a muchos principios y vivir para trabajar y para competir.

 

Sus hijos anhelan tener un medio de vida estable, pero no quieren vivir solo para trabajar. La amistad y las relaciones personales están por encima de las ambiciones. En el fondo son mucho más antisistema que sus padres.

 

El valor de la amistad

 

De nuevo estamos ante otra novela que, al igual que las de Jasmina Barrera y Fernando Aramburu, aborda la amistad. Cada uno de ellos desde ópticas muy diferentes. Gopegui muestra un grupo de hombres y mujeres que comparten piso debido a su inestabilidad económica y laboral y deciden suplir esa carencia con el apoyo mutuo y  la esperanza de que la adversidad se puede revertir With a Little help from my friends

 

Tras la lectura de las dos novelas de Gopegui tengo la sensación de que los hijos se saben mejor la letra de la canción de The Beatles que la generación de sus padres, que parece haberla olvidado.

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