El pincel que inspiró a Hollywood

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Muy pocos saben hoy que los cuadros del pintor español Ulpiano Checa, ilustre madrileño de Colmenar de Oreja, inspiraron el vestuario y la escenografía de las grandes películas de Hollywood sobre romanos.

 

En la retina de millones de personas permanece grabada la carrera de cuadrigas entre Ben-Hur y Mesala, película dirigida por William Wyler en 1959; la huida despavorida de los habitantes de Pompeya con el Vesubio en erupción (Mario Bonnard, 1959), o la invasión de los bárbaros que produjo la caída del imperio romano (Antyhony Mann, 1964).

 

Son imágenes de las mejores películas de Hollywood, denominadas péplum que iniciaron la apuesta de los estudios cinematográficos por este género.

 

La cultura se respira en Colmenar de Oreja

 

Sin embargo, lo que no sabemos –yo misma lo ignoraba hasta una reciente visita a la localidad madrileña de Colmenar de Oreja–, es que los escenógrafos y figurinistas del cine americano se inspiraron en el pincel del pintor Ulpiano Checa, que cincuenta años antes de la realización de estos filmes, había plasmado en sus cuadros las imágenes del mundo romano que, a través de Hollywood, han llegado a nosotros.

 

Merece la pena acercarse a esta localidad madrileña que respira cultura por los poros. Se acaba de celebrar la segunda edición del Festival Brunetti, dedicada al compositor hispano-italiano (1744-1798) que residió en este pueblo del sudeste de la Comunidad de Madrid y, además, de visitar sus calles, su plaza mayor y sus preciosos edificios, recalar en el Museo Ulpiano Checa para disfrutar de la variada, inmensa e interesante obra de este pintor.

 

Un pintor español considerado francés

 

El conjunto de obras al que me he referido inicialmente es tan solo una parte de la obra de Checa (1850-1916). Un pintor que decidió afincarse en París a los 29 años, lo que le supuso el reconocimiento internacional y la obtención de destacados premios y honores. Entre otros La Orden de Carlos III (1891) y la Legión de Honor (1894).

 

Se hizo millonario con su trabajo, un logro que muy pocos artistas consiguen y llama la atención que habiendo alcanzado reconocimiento en vida, no ocupe un lugar más destacado en nuestra memoria colectiva. Los madrileños acogemos muy bien a los forasteros, pero nos olvidamos con bastante frecuencia de los valores locales.

 

Ulpiano Checa es considerado un pintor francés, a pesar de su localidad de nacimiento y de haberse formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de haber sido becado de la Real Academia de España en Roma. Cierto que fue en la capital del Sena donde cobró fama internacional.

 

En febrero de 1901 el corresponsal de arte del Herald Tribune le visitó en su estudio, mientras pintaba el cuadro de Vinicius galopant ver Rome incendiée, un tema elegido de la novela del polaco Henrik Sienkiewicz , que también inspiró la película de mismo título, Quo vadis (Mervyn LeRoy 1951)

 

Pasión por los caballos y el movimiento

 

Sin embargo, Checa, no solo fue el pincel que filmaba a los romanos, como reza en los carteles de su museo, viajó por todo el mundo; fue un gran retratista, ante el que se rindió la rica Argentina de la época, después de realizar un cuadro póstumo del general Mitre, y dejó plasmado en sus lienzos el asombro del mundo ante la revolución de espacio y tiempo que supuso la generalización del ferrocarril.

 

Sus cuadros reflejan su obsesión por el movimiento y por los caballos. En uno de ellos, contemplamos la competición entre el mundo que fenece, representado por los animales hasta entonces considerados más veloces, y los trenes.

 

Ulpiano Checa fue un reportero gráfico de su tiempo. Es acertado decir, un pincel que filmaba. Me queda mucho que contar sobre él, pero merece la pena que os desplacéis a Colmenar de Oreja para disfrutar de un día pleno, que bien puede culminar con una exquisita comida en El Casinillo.

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