Yo también hago la guerra

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Con la palabra y con mi mochila de libros levanto hoy mi voz contra la guerra. Mis batallas se libran con horas de lectura, un combate al que os invito para recordar lo desastroso e inútil que resulta cualquier conflicto armado.

 

La literatura bélica es muy prolija y por eso he elegido a cuatro autores que nos recuerdan los conflictos más sangrientos vividos por los españoles en el último siglo.

 

En la trilogía de Arturo Barea, La forja de un rebelde, los volúmenes dos y tres nos hablan de nuestras dos primera guerras en el siglo XX: Marruecos y la Guerra Civil. Donde los escorpiones, de Lorenzo Silva, nos transporta a Afganistán, el último conflicto en el que hemos participado, donde los occidentales hemos rubricado un gran fracaso, y en Celia en la revolución, Elena Fortún nos acerca al sufrimiento de la población civil en Madrid, la primera capital europea bombardeada por aviones, preludio de lo que sucedería después en todo el continente.

 

Con los libros de Pedro Montoliú sobre Madrid en la Guerra Civil y Madrid en los “felices” años veinte podemos completar, desde el punto de vista de los hechos acontecidos y las personas que los protagonizaron, la visión de los tres novelistas que toman como marco los acontecimientos históricos para acercarnos al día a día de quienes padecen la Historia.

 

Corrupción en las trincheras

 

Barea, con una narración autobiográfica, y Lorenzo Silva, dentro de la serie de novela negra protagonizada por los guardia civiles Bevilacqua y Chamorro, nos permiten ver la diferencia abismal existente entre el Ejercito que protagonizó la guerra de África y las Fuerzas Armadas actuales.

 

Afortunadamente nuestras tropas profesionales y sus mandos distan mucho de aquellos generales y oficiales africanistas, que engrosaron sus cuentas con el conflicto en Marruecos, y una década más tarde protagonizaron el golpe de estado que derivó en guerra civil.

 

Los soldados de los años veinte, pobres muchachos analfabetos y hambrientos, convertidos en carne de cañón, se veían abocados a tratar de sobrevivir en las peores condiciones, bajo el mando de militares a los que poco importaba la suerte que corriera su tropa.

 

El relato de Barea en el volumen dos de la trilogía citada, titulado La Ruta, da cuenta de la miseria de un tiempo en el que solo los hijos de familias pudientes podían evitar ir al frente pagando por ello.

 

Manipulación informativa

 

La situación que describe Lorenzo Silva muestra la evolución de la sociedad española tras superar los traumas del pasado siglo. A pesar de lo cual, el relato describe cómo los combatientes se siguen enfrentando al miedo a la muerte cuando queda toda una vida por delante y la bala, la bomba o el atentado acechan cada día, aun en situaciones de calma aparente.

 

Tanto en el pasado como ahora, la manipulación informativa es una herramienta más de los contendientes, que utilizan un catálogo de eufemismos para no llamar por su verdadero nombre a lo que sucede. Los periódicos de principios de siglo XX no contaban la sangría de Marruecos, pero hablaban de hazañas patrióticas y soldados heroicos, sin decir que tras la guerra se veían abocados de nuevo a la miseria.

 

Tampoco los españoles del siglo XXI hemos sabido mucho de las penurias que han pasado los soldados en Afganistán, más que cuando alguno regresaba en una caja de madera. En esos casos se facilitaba poca información y muy filtrada.

 

Los buitres revoletean sobre los escorpiones

 

Barea estalla ante el escándalo de lo que está viendo y exclama: “¿A qué los mandan a Marruecos? A matar y a que los maten. Marruecos es bueno solo para los oficiales y los contratistas”.

 

Ya no existe la corrupción generalizada del Ejército de aquella época, pero sigue habiendo comisionistas, que, cuando una guerra se acaba, presionan para que los países se metan en otra donde puedan seguir obteniendo ganancias.

 

Revolotean como buitres sobre las zonas de conflicto; son personajes que se ubican en un discreto segundo plano para obtener la mayor rentabilidad del horror que viven otros seres humanos, cuyo futuro quedará cercenado.

 

Celia se hizo mayor de golpe

 

De todos los libros que he mencionado el que más me impresionó fue el de Elena Fortún. La autora refleja las vivencias de una adolescente durante la Guerra Civil, una muchacha que creció de golpe forzada por las circunstancias que le arrebataron el final de su infancia y toda su juventud.

 

De las Celias de todo el mundo no se habla actualmente en la Conferencia de Munich, porque, como nos muestra Elena Fortún, a quienes deciden nuestros destinos bien poco les interesa la suerte de la población civil. Celia en la revolución tardó muchos años en publicarse porque era un libro molesto, de esos que nos hacen pensar y nos dejan intranquilos.

 

Si estáis oyendo tambores de guerra y contempláis atónitos la batalla informativa que precede a cualquier conflicto, haced de vuestros libros una trinchera contra la mentira.

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